jueves, 3 de enero de 2013

Relatos 15, El tejedor

 
Había un tejedor que vivía en el campo. Todas las noches un elefante de Indra, el dios y señor de los cielos, descendía sobre el campo del tejedor y se dedicaba a pastar en sus prados, quedando estos devastados. Al levantarse cada mañana el dueño de las campos veía con horror en qué condiciones. estaban los prados. Reunió a sus amigos y vecinos y les expuso lo que sucedía. Luego les preguntó:
-¿Qué o quién está ocasionando todo esto?
Los amigos le contestaron:
-Tal vez por la noche las piedras del molino visiten tus ampos y los dejen devastados.
Entre todos ataron todas las piedras del molino, pero a la mañana siguiente el tejedor halló los campos en iguales condiciones. Entonces los amigos dijeron:
-Acaso sean los molinos de arroz los que paseen por tus campos y produzcan la devastación.
Entonces ataron los molinos de arroz, pero a la mañana siguiente los campos estaban de nuevo en pésimas condiciones. ¿Qué hacer? El tejedor se dijo a sí mismo que lo único que podía hacer de momento, era quedarse toda la noche en vela, vigilando lo que sucedía en sus campos y tratando de descubrir la causa.
Por la noche, el tejedor se ocultó tras unos arbustos. Pasaron las horas y, de repente, contempló un gran elefante volando y que iba descendiendo hasta aterrizar en sus campos. El elefante comenzó a pastar, como en noches anteriores. Cuando estuvo saciado e iba a remontar el vuelo, el tejedor salió corriendo hacia él y se colgó de  su cola.
El elefante ascendió a los cielos, llevando tras de sí al tejedor. En el cielo, el tejedor se situó en un lugar donde no era visto y contempló la danza de los bailarines celestes. También degustó  los sabrosos manjares de los dioses. Cuando a la noche siguiente el elefante iba a volar hacia la tierra, se enganchó de nuevo a su cola y así pudo regresar a sus campos. Durmió profundamente y al amanecer corrió a despertar a sus amigos y vecinos para contarles todo lo que había tenido ocasión de ver y gozar. Después de reunirles y contar con todo detalle lo sucedido, dijo:
-Os aseguro, amigos, que después de lo que he visto, no encuentro ningún sentido ni atractivo a la vida en este miserable lugar. ¿Sabéis una cosa? Partamos para los cielos de Indra.
Los amigos y vecinos estuvieron de acuerdo. Había que irse cuanto antes a la morada del poderoso dios Indra y gozar de sus reinos placenteros.
Al anochecer, el tejedor y sus amigos se reunieron tras los arbustos, ocultándose, pero manteniéndose muy vigilantes para no perder la ocasión. Llegó el colosal elefante y estuvo pastando durante un buen rato. Cuando iba a remontar el vuelo, el tejedor se enganchó a su cola y, a las piernas del tejedor, su mujer, y alas piernas de la mujer, sucesivamente, los amigos, con lo que entre todos formaron una descomunal fila humana, toda ella colgada de la cola del animal. El paquidermo era enorme y no tenía el menor problema para arrastrar tanta gente de su cola; ni siquiera se había dado cuneta de ello. Estaba atravesando capas de nubes cuando el tejedor, de súbito, se dijo "¡Mira que soy bobo! Tenía que haberme traído el telar conmigo" Este pensamiento le distrajo, aflojó las manos, perdió el contacto con la cola del animal y todos se precipitaron al vacío, hallando  la muerte.
 
Texto: Cuentos espirituales de la India de Ramiro Calle
 
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