Dos monjes habitaban en una zona poco accesible de un bosque. Uno era un asceta que llevaba una existencia sumamente dura y rigurosa: vivía en una cueva y su única pertenencia era una vasija de agua que utilizaba tanto para beber como para lavarse las manos. El otro monje vivía también en una cueva, pero muy confortable y equipada con todo tipo de aparatos y comodidades modernas: alfombras de pared a pared, televisión y aire acondicionado. Este segundo monje recibía también con frecuencia visitas de su familia. El monje ascético solía hacer burla del mundano, recriminándole sus dependencias o ataduras materiales. Cierto día, estaban sentados los dos en la cueva del monje mundano conversando sobre temas espirituales y, de repente, el monje ascético se lanzó a una elaborada descripción de la belleza y espiritualidad de Rishikesh, una ciudad a varios cientos de millas de distancia, en las estribaciones del Himalaya. En mitad de la descripción, el monje mundano se levantó de un salto y dijo:
-Vamos allí ahora mismo
Y, tomando su capa, salió apresuradamente por la puerta. El otro monje se quedó muy asombrado ante su reacción, pero le siguió. No habían caminado mucho, cuando el monje ascético se detuvo repentinamente.
-¡Oh, Dios mío, tengo que volver a mi cueva! -gritó.
-¿Por qué? -le preguntó el otro.
-Olvidé mi vasija de agua, no salgo nunca sin ella -replicó
El monje mundano se volvió y sonrió:
-Después de burlarte tanto de mis ataduras materiales, resulta que tú dependes más de esa pobre vasija que yo de todas mis posesiones.
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Texto de "Moderno manual de yoga" de Vijay Hassin
Quiero Aprender Yoga
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