Cierto día, mientras caminaban dos hermanos por el bosque, uno de ellos se enganchó el brazo en una espina, lo que le provocó un gran dolor. El otro hermano miró la sangre y le dijo entre risas:
-Ya sabes, no hay mal que por bien no venga
Esta frase irritó al primer hermano, quien, dejándose llevar por la ira, le empujó a un pozo, diciendo:
-Ya sabes, si no hay mal que por bien no venga, a ver cómo resuelves eso
Y se alejó de allí riéndose. Algo más adelante, resultó capturado por un grupo de caníbales, quienes se aprestaron a prepararle como cena. Pero se trataba de una tribu muy peculiar; eran sumamente exigentes con su comida: no debía tener tacha, ni arañazos, ni magulladuras. Tras examinar cuidadosamente a su prisionero, descubrieron el corte del brazo y, decepcionados, le dejaron ir. Lleno de alegría, corrió hasta el pozo donde se encontraba aún su hermano. Le ayudó a salir, y le dijo:
-¿Sabes? Tenías razón; no hay mal que por bien no venga.
-Ya te lo dije -respondió el hermano
-Pero -preguntó el primero-, si no hay mal que por bien no venga, ¿de qué te ha servido a ti que te tirara al pozo?
-Bien -respondió el segundo-. Si no lo llegas a hacer, hubiese resultado un bocado muy apetitoso para los caníbales.
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Texto de Moderno Manual de yoga de Vijay Hassin
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