En cierta ocasión, un gran rey les preguntó a todos los sabios de su reino cuál tenía mayor grandeza, si la senda del padre o madre de familia o la del sannyasi. Fueron muchos los que respondieron, pero pocos le dieron una respuesta que la pareciese satisfactoria. Cuando algunos le dieron contestaciones con las que estaba de acuerdo, les pidió pruebas. Desgraciadamente, fueron incapaces de suministrárselas. Un día llegó un joven sannyasi y respondió a la pregunta del rey que cada uno de ellos era grande a su propio estilo. El rey le pidió nuevamente que lo demostrase, a lo que el sannyasi respondió: "si me sigues al bosque, te enseñaré la prueba que solicitas". Así pues, el rey le siguió fuera de sus propios dominios, adentrándose en otro reino. La princesa del mismo estaba buscando ansiosamente un pretendiente y, como era costumbre, celebraba audiencias para que le fuesen presentados todos los solteros elegibles. Periódicamente, se celebraba una audiencia general en la que pasaba revista a lo mejor que el reino le podía ofrecer. Cuando el sannyasi y el rey se encontraban en una de estas audiencias, vieron a un hermoso sannyasi joven que estaba entre la multitud. En cuanto la princesa le vio, gritó: "¡Ese es!" y arrojó sobre su cuello una guirnalda que significaba que era el elegido. El joven monje miró la guirnalda y la arrojó desdeñosamente lejos de sí. diciendo: "No pienso casarme. No quiero saber nada de esto" Luego se adentró tranquilamente en el bosque. La princesa se quedó desconsolada, pero le siguió. El otro sannyasi le dijo entonces al rey: "Sigámosles y veamos qué ocurre". El joven sannyasi perseguido, que conocía a la perfección los senderos del bosque, consiguió desembarazarse pronto de la princesa. Esta se sentó en una roca y lloró, pues no sólo había perdido al sannyasi, sino que se había perdido ella también. Al encontrarla en este estado, el rey y el otro sannyasi le dijeron que no se afligiera, pues ellos la sacarían de allí. No obstante, como estaba oscureciendo, decidieron acampar para pasar la noche. Una pequeña familia de pájaros se encontraba descansando sobre las ramas de un árbol, justo en el lugar donde habían acampado. Viendo que la noche iba a ser fría, el pájaro padre le dijo a su mujer: "Querida, empieza a hacer mucho frío, deberíamos recoger algo de leña para hacer fuego y poder pasar la noche calentitos" Entonces se echó a volar y recogió unas cuantas ramitas. Luego se apoderó de una pavesa en el pueblo cercano y encendió con ella su pequeña hoguera. Pero luego miró a los tres seres humanos acampados y le dijo a su esposa: "Querida, ¿Qué podemos hacer? Esta gente no tiene nada que comer y debe tener hambre. Como padres de familia tenemos el deber de alimentar a cualquiera que acuda a nuestra casa. Haré, pues, lo que pueda". Y en ese mismo instante se dejó caer sobre el fuego y se quemó antes de que nada pudiera impedírselo. La mujer contempló el cuerpo del pajarito, y dijo: "No tendrán bastante comida, un pajarito no es suficiente". Y se arrojó ella también a las llamas. Viendo los cuerpos abrasados de su padre y de su madre, los pequeños dijeron: "Nuestros padres han hecho todo lo que han podido y, sin embargo, no es suficiente; nuestro deber es completar su tarea" Y, nada más decirlo, volaron ellos también hacia la muerte. La princesa, el rey y el sannyasi, viendo todo lo ocurrido, no se sintieron capaces de comer la familia de pajaritos. Por la mañana, el rey y el sannyasi le mostraron a la princesa el camino de regreso a su palacio. Según los dos hombres retornaban a los dominios del rey, el sannyasi le señaló: "¿Ves? Cada cual es grande en su lugar. Si deseas vivir en el mundo, hazlo como los pajaritos, dispuesto en todo momento a sacrificarte por los demás. Si prefieres renunciar al mundo, lleva la misma vida que ese joven sannyasi, quien, al ofrecersele las riquezas del reino, las rechazó por amor a Dios; la vida de un padre de familia es una vida de sacrificios; la de un sannyasi, una vida de renunciación. Y ambas son divinas."
Texto: Moderno Manual de Yoga de Vijay Hassin
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