Un maestro concluyó una conversación con el discípulo con esta frase:
–Todo lo que existe es Dios.
Pero el discípulo tenía una comprensión limitada, así que un día salió a la calle y se encontró con un elefante que se dirigía rápidamente hacia él.
El muchachito que lo conducía gritó con todas sus fuerzas avisándole para que se apartara del camino:
–¡Vamos, quítese de en medio! ¡Déjenos pasar!
Pero el discípulo tonto se dijo asimismo:
–Yo soy Dios. El elefante es Dios, ¿Cómo voy a tener miedo de mí mismo?
Y no se apartó.
Naturalmente, el elefante pasó sobre él y afortunadamente sólo le produjo la rotura de varios huesos. A los pocos días, el maestro fue a visitarlo mientras se restablecía.
–Has tenido suerte –dijo–, tu falta de comprensión casi te lleva a la muerte. Tú eres Dios, pensaste, el elefante también es Dios, pero Dios en la forma del muchachito que montaba al animal te avisó del peligro, ¿por qué no hiciste caso a Dios?
Imagen: http://www.ignacioizquierdo.com/blog/2009/07/dia-61-a-lomos-de-hathi/
Texto: https://carmelourso.wordpress.com/2014/03/28/once-relatos-espirituales-del-antiguo-oriente/
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